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viernes, 6 de julio de 2018

A vueltas con el civismo (Comunicado de Mareas por la Educación Pública)



“El fin de la instrucción no es que los hombres admiren sin más una legislación ya hecha,
sino capacitarles para enjuiciarla y corregirla. No se trata de someter a cada
generación a las opiniones y voluntad de la generación anterior, sino de instruirlas cada vez más, con el fin de que cada uno se haga cada vez más digno de gobernarse con su propia razón”

Condorcet, Cinco memorias sobre la instrucción pública

No es la primera vez que, cuando la comunidad educativa se demuestra públicamente más organizada para exigir medidas como derogar la LOMCE, para acabar con la financiación de la escuela privada-concertada, para proteger la escuela pública, entre otras cuestiones urgentes, nos sale el gobierno de turno con medidas de carácter “estético y para todos los públicos” que pretenden diluir la crítica. La última medida de este tipo, por parte del recién estrenado gobierno europeísta y progresista de Pedro Sánchez, viene a expresar, por enésima vez, la necesidad de mejorar la educación con la inclusión de una materia de civismo y valores. Valores cívicos como receta para curar todos los problemas de la escuela.

Una vez más, puesto que viene de lejos lo de implantar materias como la Educación para la ciudadanía o Valores éticos, se pretende, más allá de matices ideológicos en el contenido, “mejorar” la sociedad, encomendando a la escuela la responsabilidad de enseñar la moralidad que debería llevar al ejercicio de lo que cada gobierno, bajo el paraguas de Europa, considera que es la “ciudadanía responsable”.

Desde las Mareas por la Educación Pública llevamos tiempo advirtiendo de que este tipo de medidas no constituyen más que el ejercicio de la más pura y cada vez menos convincente demagogia oportunista. La sociedad, y no digamos ya la escuela pública, está hastiada de respuestas tibias a la exigencia de cambios reales que tienen que ver con cuestiones tan específicas como la remisión de los recortes del último gobierno Rajoy.

En este sentido, hemos advertido que, en relación a lo “legal y estructural”, cualquier medida educativa que se enmarque en la misma normativa que ampara a la LOMCE, fundamentalmente, pero no sólo, en la Estrategia Europea de Educación y Formación 2020, será simplemente una renovación o puesta en limpio de lo mismo. Y el Ministerio de Educación no ha cuestionado esta política educativa, ni por equivocación, en lo que llevamos de “cambio”.

De hecho, el gobierno de Pedro Sánchez, por boca de su Ministra de Educación, está empezando a dar claras muestras de que lo único que podemos esperar es una serie de parches estéticos de carácter pretendidamente “progresista” de cara a la galería.

Retoques como que la religión no sea puntuable pero siga presente en la escuela o una asignatura que haga buenos ciudadanos europeos como Valores Cívicos, no solucionan los problemas estructurales de nuestra educación que, efectivamente, también tienen que ver con la religión, pero porque no se deroga de una vez por todas el Concordato; o con la formación en condiciones de igualdad de los ciudadanos, porque se mantiene la doble red de escuelas y además se glorifica la escuela privada-concertada (solo hay que escuchar las declaraciones de la Ministra en relación a la escuela privada-concertada y el famoso vídeo del Ministro de Ciencia Pedro Duque alabándola).

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Estos problemas, denunciados una y otra vez por las Mareas, están siendo obviados por el Ministerio, más allá del color que tenga el gobierno, porque, aunque existan diferencias ideológicas (esto lo avisamos también en relación al pacto educativo), todos son fieles a Europa, al Concordato, y a determinadas interpretaciones de la Constitución que permiten a los padres elegir la educación que quieren para sus hijos, base, parece ser, del mantenimiento de la red privada-concertada en nuestro país.

En relación, específicamente, a la futura materia de Valores Cívicos, queremos advertir de que:
  • Es una nueva vuelta de tuerca progresista en materia de ciudadanía: el acondicionamiento de las conciencias a una determinada manera de ser “ciudadano” en clave europea, cosmopolita, emprendedor, cívico, tolerante en el respeto a las leyes de la Unión Europea, reconocedor de los principios benefactores de la globalización, de la movilidad y de la flexibilidad laboral.
  • Es, por lo tanto, una nueva versión de la Educación para la ciudadanía del Gobierno Zapatero, de la que se puede decir que era adoctrinadora o, al menos, reproductora de los valores de una Europa que pueden ser (la realidad, en materia de inmigración, por ejemplo, lo demuestra) como mínimo cuestionables. Los Valores éticos del PP, espíritu patriota aparte, incidían en el mismo planteamiento.
  • Si de lo que se trata es de dignificar la actual materia de Valores éticos, optativa a la religión, por aquello de que  la nueva  materia va a ser obligatoria, dejemos claras algunas cosas:
    • Efectivamente, oponer la ética a la religión es una aberración. Sin embargo, el problema es que la religión no debería tener lugar en la escuela pública y que la formación ética requiere una formación completa del juicio que no se produce por repetición de valores durante una o dos horas semanales (los profesores de la materia no cesan de expresar su impotencia al respecto).
    • Si lo que se quiere es formar en valores a todos los alumnos, empecemos a cuestionar este mismo planteamiento: retomando la cita de Condorcet con la que comienza este escrito, es la transmisión cultural, del conocimiento, de las materias, lo que forma la conciencia crítica, no la impartición de un determinado código de forma acrítica; no un decálogo europeo de formas admisibles de pensamiento y comportamiento que determinan qué es ser cívico y qué no.
    • Si, en cualquier caso, se pretende hablar de democracia, libertad e igualdad; de una crítica a las estructuras heteropatriarcales, de ecología, etc., difícilmente se podrá hacer esto cuando las estructuras sociopolíticas imposibilitan (salvo, volvemos a decir, que solo estemos  hablando de parches estéticos) la reflexión y el cambio. ¿De verdad la escuela tiene la posibilidad, a través de una materia de Valores Cívicos, de educar para enmendar lo que un Código Penal resuelve legal e injustamente en casos de abusos sexuales, de machismo estructural? ¿En serio puede luchar la escuela educando en valores contra la política migratoria de la Unión Europea? ¿Podemos enseñar Valores Cívicos que cuestionen la tauromaquia y el maltrato animal? ¿Y la corrupción? ¿Y el mal uso de las redes?
¿Pretende la Ministra de Educación remediar todo esto a través de una materia como Valores Cívicos? La sociedad y su capacidad crítica (y nuestros alumnos y alumnas, por cierto) no paran de dar muestras en los casos antes citados y en muchos más de que los cambios deben ser estructurales, de que no se necesita educar en valores sino reformar los valores de las instituciones pretendidamente democráticas e igualitarias de nuestro país. Pretender que la inclusión, con el nombre que sea, de una materia sobre civismo, vaya a solucionar los problemas estructurales relativos a la igualdad de género, a la desigualdad económica y al racismo, no es más que mirar para otro lado y volver a encomendar a la escuela una labor que no debe, por ética (curiosamente), realizar: formar un determinado tipo de ciudadanía.

Una cosa distinta sería que el Ministerio de Educación se hubiera planteado fomentar el espíritu crítico y la cultura, valores que suelen ser la base más razonable para el ejercicio de una ciudadanía comprometida y responsable, no condescendiente con las instituciones sino formada para vigilar su funcionamiento democrático. Para esto, aunque sea una labor hercúlea, no hay que introducir una materia de valores cívicos, sino que hay que dignificar otras materias.

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El pensamiento crítico solo requiere contenido y trabajo reflexivo. Basta con hacer la Historia de la Filosofía obligatoria para todas modalidades en 2º de bachillerato; basta con hacer la Historia y la memoria histórica obligatorias en todas las modalidades y un currículo crítico en todas las etapas. Se debe dar suficiente horario a las Artes plásticas y la Música; a lo mejor hay que reducir optatividades tempranas y reforzar las materias troncales; ¿o enseñar idiomas sin problemas específicos segregadores? Quizá hay que dotar de infraestructuras y tecnologías a la escuela pública y enseñar un uso responsable de las redes. En definitiva, sería más sencillo fomentar el conocimiento riguroso y crítico en la escuela y no la parcelación indiscriminada del mismo junto con su ludificación, si lo que se persigue, de verdad, es formar ciudadanos críticos.

En definitiva, introducir una materia de valores cívicos fomentando y financiando al mismo tiempo la desigualdad mediante la protección de la privada- concertada y de los acuerdos con el Vaticano; sin aumentar el presupuesto de la escuela pública; sin la reducción de la ratio; promoviendo el bilingüismo y el bachillerato de excelencia, por mencionar algunas denuncias “clásicas” de las Mareas, no es más que el ejercicio “con talante” de la pura hipocresía. Es pretender enseñar civismo y no ejercerlo desde las instituciones, y la sociedad, insistimos, ya no tiene tragaderas para este tipo de ejercicios de equilibrismo de política educativa.

Si lo que tiene en mente este gobierno son cambios meramente estéticos en educación para mantener el status quo, está calibrando muy mal a la comunidad educativa. Las Mareas nunca han colaborado con propuestas tibias y palmadas en la espalda de autoridades paternalistas. Como siempre, se posicionarán en contra de planteamientos que no conducen a ninguna parte o que pretenden mantener a la escuela pública en la precariedad y la educación de este país en manos de intereses espurios.

6 de julio de 2018

Por una escuela pública de, para y con todas y todos, siempre en lucha,
Mareas por la Educación Pública

Puedes descargar el comunicado en este enlace.

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